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Portafolio - People

People, people who need people........Are the luckiest people in the world

 

...hablar de Begana es fácil... conocerla no tanto.

Al principio ni si quiera sabía que existía, un buen día alguien me dijo ¡ te has fijado que voz tan bonita tienes ! bueno si... siempre estuvo conmigo esa voz, obvio fue cambiando, modulando, haciéndose más grave, con más cuerpo... al igual que el resto de mi persona, pues si... vengo de familia de actores, rapsodas, cantantes líricos, en definitiva creo que tener la voz que tengo es lo más natural del mundo en mis  genes, y circunstancias,  quizás me hubiera gustada mucho más me hubieran comparado con la Callas, pero.... ¡que se le va hacer!, Y es que mi gran frustración ha sido el bel canto...

Nunca me fije, más allá de lo que te dice la gente y eso es algo a lo que , después de acostumbrarse uno ya en el vientre materno, no le haces mucho caso, es como cuando escuchamos los sonidos de la naturaleza continuamente y no prestamos atención, hasta que  el silencio enmudece el entorno y todo cambia.

Así pasa con los atributos personales,  nunca me pare en mi entonación, vocalización o timbre, porque siempre estuvieron ahí.... lo mismo pasa con el resto de nuestro cuerpo.  Como anécdota contare que un buen día sentada en la terraza cubierta de mi departamento de playa, comenzaba la primavera y el sol por la tarde era tibio y agradable, entonces mi hija, adolescente  e inquieta, se sentó a mi lado plácidamente, el sol me daba de frente y me gustaba sentir sus rayos, herencia genética del desierto,  mi hija me miro de frente, como si no me hubiera visto nunca antes con claridad y exclama,

¡Anda... má... tienes los ojos verdes! (pero verdes como los olivos verdes) esto último lo pensé yo y recordé, en un salto en el tiempo de veinte años atrás, que el primer gran amor de mi vida también me lo había dicho y yo lo olvide. Con la voz sucedió lo mismo.

Tuvo que venir un mexicano para recordarme que tenía una voz radiofónica, yo intentaba convencerle de que me contratara para escribir guiones, argumentos, libretos o adaptaciones....y él me dijo;

 ¡Ok…ok…cool!…te contrato, haces el guion, adaptación o como "pinche wey" te plazca  pero tú platicas…chido. Lo que me a mi interesa es la voz...pero esa voz... ¡híjole…que voz¡

Y bueno, descubrí que mi voz....en la que menos había pensado, palabra… me abría las puertas en un momento clave de mi vida,  justo cuando uno cree que no va a descubrir nada.

Pero… cuando se ha vivido la mitad de una vida larga, tal y como yo espero vivir, la soledad de la producción escrita, radiofónica o post productiva en cualquier medio audiovisual, ejerce un recogimiento mental y espiritual en el que los recuerdos cobran vida y nos acompañan con la misma fuerza que sucedieron en otro tiempo, y sin regresar al pasado en ningún aparato fruto del artilugio de la ficción, podemos recrear, ver y escuchar aquellas  historias  que reproducimos en nuestra moviola enigmática y particular. Donde  le damos la velocidad precisa para recordar nombres, títulos, créditos como se dice hoy en día… hasta gestos y detalles, si me apuran un poco. En la intimidad de la cabina en la que trabajamos que es como una burbuja mágica, sin puertas ni ventanas, y en donde se detiene, al antojo nuestro, la memoria  que vivimos, compartimos y acompañamos a los que están, y a los que no… como es el caso de D. Joaquín Merino, aquel señor de barba blanca que me recordaba, como siempre suele suceder, a un “Santa” disfrazado de mortal para descubrir nuestros deseos, secretos y actitudes escondidas, y lo que es más…. El futuro.

Llegábamos a finales de los setenta y el me descubrió aunque yo creía entonces que fue al revés, él estaba en la radio… como era normal y como yo le conocí, en uno de sus programas famosos, porque entonces los de la radio eran más populares que los de la tv, más respetados. Él quiso, me animo y me ofreció ser mi mentor para RNE... ¡qué cosas! Entonces, yo, estudiante, solo quería viajar, viajar y viajar…. El me anticipó que yo era una de las futuras voces de radio más bonitas, sonoras y clásicas que había escuchado y él era toda una personalidad, un erudito  en la materia, en esa y en otras, un señor de verdad… me imponía. Y si me dijo, tienes una gran voz, modulada, grave y redonda, un caramelito  para el micrófono y eres una niña… claro, a su lado era una niña… siguió halagándome pero como un maestro de la vida. No como hombre, de ser así me habría asustado y habría salido corriendo de los estudios, magníficos, imponentes y acolchados, insonorizados y con ese olor peculiar del cuero nuevo y flamante de los sillones, sillas y accesorios de las  cabinas, para invitados de radio nacional de España. Donde se celebraban ruedas de prensa a micrófono abierto, entrevistas, coloquios y debates… recuerdo todos los detalles aun con la boca abierta.

Nunca olvidare a Joaquín Merino, hice mis pinitos en la radio nacional de España  y de televisión en el plato de más abolengo, Estudio 1. Allí también actuaron mis padres actores de teatro.  Aunque ellos ya conocían las instalaciones primeras en  los estudios del Paseo de la Habana en donde se grababan las novelas y teatro en interiores en  blanco y negro. En mi recorrido por el Estudio 1 y el 2. Nos acompañó un joven y enérgico J. M. Iñigo. Muy profesional.  Pero no tan alto como el Sr. Merino. Y el impacto de conocer en persona a Félix Rodríguez de la Fuente, mi ídolo que me llevo por el archivo histórico o hemeroteca de RTVE.

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